Bajo la amenaza de enemigos desde el fin de los tiempos, los líderes de pueblos y naciones construyeron castillos y fortalezas. Por todo el lugar, monumentos militares como estos siguen resistiendo.
Alrededor de la capital Mérida, por cada hacienda henequenera colonial, hay al menos un cenote. A menudo coexisten y, como ha sucedido con la semi-recuperada Hacienda Mucuyché, a dúo, forman algunos de los lugares más sublimes del Sureste mexicano.