Los visitantes del Tori de Itsukushima admiran uno de los tres paisajes más venerados de Japón En la isla de Miyajima, la religiosidad japonesa se mezcla con la naturaleza y se renueva con el fluir del mar interior de Seto.
Durante la celebración sintoísta de Ohitaki, las oraciones escritas en tablas por los fieles japoneses se reúnen en el templo de Fushimi. Allí, mientras son consumidas por enormes hogueras, su fe se renueva.
El Templo Meiji de Tokio fue erigido para honrar a los espíritus divinizados de una de las parejas más influyentes de la historia japonesa. Con el tiempo, se especializó en la celebración de bodas tradicionales.