En estas praderas que los masai dicen jeringa (que corren para siempre), millones de ñus y otros herbívoros persiguen las lluvias. Para los depredadores, su llegada y la del monzón son la misma salvación.
La sabana de Mara se hizo famosa por el enfrentamiento entre millones de herbívoros y sus depredadores. Pero, en una valiente comunión con la vida silvestre, son los humanos Masai los que se destacan allí.