Dos siglos después del apogeo de la prospección, perdido en el tiempo y en la inmensidad del Planalto Central, Goiás estima a su admirable arquitectura colonial, la sorprendente riqueza que allí queda por descubrir.
Desde la época del Marqués de Pombal se hablava de trasladar la capital de Brasil al interior. Hoy, la ciudad quimera sigue pareciendo surrealista, pero dicta las reglas del desarrollo del país.