Descendimos de las tierras altas y montañosas de Meghalaya a las planuras al sur y abajo. Allí, la corriente translúcida y verde del Dawki forma la frontera entre India y Bangladesh. Bajo un calor húmedo que no hemos sentido en mucho tiempo, la frescura del río atrae a cientos de indios y bangladesíes à una escapada pintoresca.
Llega diciembre. Con una población mayoritariamente cristiana, el estado de Meghalaya sincroniza su Natividad con la de Occidente y choca con el superpoblado subcontinente hindú y musulmán. Shillong, la capital, brilla con fe, felicidad, Jingle Bells e iluminaciónes coloridas. Deslumbra, asi, a los turistas indios de otras partes y credos.
La imprevisibilidad de los ríos en la región más húmeda de la Tierra nunca disuadió a los Khasi y Jaintia. Frente a la abundancia de árboles ficus elastica en sus valles, estas etnias se acostumbraron a moldear las ramas y cepas. De su tradición perdida en el tiempo, han legado cientos de deslumbrantes puentes de raízes a las generaciones futuras.