Comenzó como un juguete, pero el apetito japonés por las ganancias rápidamente convirtió al pachinko en una obsesión nacional. Hoy, hay 30 millones de japoneses entregados a estas máquinas de juego alienantes.
Décadas después del ataque a Pearl Harbor y de la capitulación en la Segunda Guerra Mundial, los japoneses regresaron a Hawai armados con millones de dólares. Waikiki, su objetivo favorito, insiste en rendirse.