En los alrededores de El Calafate, en lugar de los habituales pastores a caballo, nos encontramos con ganaderos ecuestres gauchos y otros que exhiben, para deleite de los visitantes, la vida tradicional de las pampas doradas.
Es bien conocido el inconfundible sabor de la carne argentina. Pero esta riqueza es más vulnerable de lo que se cree. La amenaza de la fiebre aftosa, en particular, mantiene sobre brasas a las autoridades y a los productores.