Nos movemos por Martinica con tanta libertad como el Euro y como ondean las banderas tricolores. Pero esta parte de Francia es volcánica y exuberante. Está en el corazón insular de las Américas pero tiene un delicioso sabor a África.
De 1954 a 1983, Gérard Pierre proyectó muchas de las películas famosas que llegaron a Martinica. A 30 años del cierre de la sala en la que trabajaba, aún le resultaba difícil cambiar de bobina.
En 1900, la capital económica de las Antillas era envidiada por su sofisticación parisina. Hasta que el volcán Pelée la carbonizó y la enterró. Más de un siglo después, Saint-Pierre todavía se regenera.
La capital de Martinica confirma una fascinante extensión caribeña del territorio francés. Allí, las relaciones entre los colonos y los nativos descendientes de esclavos todavía dan lugar a pequeñas revoluciones.