La aproximación a Tías, el lugar que acogió a José Saramago, Pilar del Río y su Casa, comienza desvelándonos el monumento de gorra erigida en honor del escritor.
Sobre la grava de lava de la rotonda, con vistas al Atlántico y flanqueada por palmeras, se alza un olivo de acero del mismo tono ocre que el suelo.
Con cinco metros de altura, el árbol de la paz fue creado por Ester Fernández Viña a partir de las iniciales J y S del escritor. Se basa en una de las varias citas con las que Saramago elogió su acogida canaria: “Lanzarote no es mi tierra, pero es tierra mía."
Quienes desembarcan por primera vez en la gran isla del archipiélago más cercano a Portugal se ven tentados a pensar que la marciana Lanzarote, con su superficie ocre cubierta de cráteres, calderas y fumarolas, difícilmente podría dar consuelo a ningún terrícola.
La realidad y las casas de destino reveladas por la aproximación del aeropuerto, aniquilan rápidamente esta impresión. Lanzarote ha sido durante mucho tiempo el hogar de más de XNUMX habitantes.
Quien llega con tiempo para sentir su alma insular, resulta deslumbrante. Como prueba, el número anual de visitantes y extranjeros que se trasladan allí ha ido en aumento desde hace mucho tiempo.
Un canario nacido y criado en Lanzarote ha conseguido un reconocimiento mundial comparable al de Saramago. Nos referimos a César Manrique, un artista polifacético cuyas obras se encuentran repartidas por toda la isla y en otras Canarias.
De hecho, Manrique lleva el nombre del aeropuerto internacional de Lanzarote. Aquel en el que Saramago, como nosotros, sintió, por primera vez, el aliento africano de la isla, en nuestro caso, la caricia asfixiante de la calima del Sahara que tantas veces la rodea.
La casa llena de libros de José Saramago y Pilar del Río
Cerramos la sesión de fotos de la Glorieta de Saramago. Instantes después llegamos a A Casa que construyeron José Saramago y Pilar del Río en Tías.
El dependiente de la taquilla nos pide la nacionalidad. Cuando contestamos, nos pregunta qué libro de Saramago nos ha gustado más.
Nosotros contestamos "El evangelio según Jesucristo” porque fue la pura y dura realidad, por la audacia temática y la creatividad en su génesis, no por haberlo condenado al destierro y la polémica que lo motivaron a abandonar Portugal ni por haber contribuido de manera decisiva a la conquista del Nobel Premio de Literatura en 1998.
El empleado también nos pregunta si algunos de los libros de Saramago eran obligatorios en la educación escolar. Confesamos que no éramos conscientes. Seguimos tierra adentro.
La Biblioteca Perspicaz de la Casa de Saramago
Como era de esperar, más que un hogar y un museo, A Casa resulta ser una enorme biblioteca, llena de títulos que la pareja leyó y que inspiraron la escritura inusual y talentosa de Saramago. Saramago, estimamos que con la intervención de Pilar, ordenó los libros.
Por temas. Y según los países de los autores. En el caso de títulos escritos por mujeres, en apartado aparte, ordenados alfabéticamente. Saramago y/o Pilar tenían ahí sus razones.
Paseamos también por las divisiones residenciales de A Casa, la oficina también adosada a una estantería donde una foto de Pilar, sonriendo, desafía la dictadura de los libros, equipada con un escritorio sobre el que reposaba un PC ya desfasado.
Pasamos al salón, equipado con grandes sofás de piel, donde la pareja recibió a familiares y amigos, varios de ellos autores de renombre. Y de una tele que, creemos, Saramago utilizaba para estar al corriente de las noticias, de la realidad del pueblo portugués.
El patio trasero con vistas al Atlántico, de Saramago y Pilar
Fuimos al patio trasero, un espacio con vista al mar y al suelo aún más fiero que el de la gloria del monumento Al poco tiempo de elegir el lugar donde construirían A Casa, Saramago y Pilar se dedicaron a plantar árboles y plantas, algunas con un importante simbolismo para ambos.
Olivos como los que proliferaron en su Ribatejo natal, Azinhaga, Golegã, en compañía de palmeras y pinos canarios, fusión vegetal análoga a la experiencia que el escritor estaba a punto de inaugurar.
También plantaron membrillos, fecundas celebraciones del director Victor Erice y del pintor António López.
En un plano inferior, la vegetación se inclina sobre la tierra ferrosa, diferentes tipos de cactus, incluido un cactus barril dorado esférico, bola d'ouro, también conocido como asiento de la suegra.
La censura y el desacato al Gobierno de Cavaco Silva que motivó la Mudanza a Lanzarote
Volvamos a 1991.
A raíz de una contestación e intento de devaluar sistemáticamente las obras críticas del cristianismo de Saramago, el gobierno conservador de Cavaco Silva, en la persona de la Subsecretaria de Estado Adjunta de Cultura, Sousa Lara, vetó "El evangelio según Jesucristode la candidatura al Premio Literario Europeo (PLE).
Comunista convencido, denunciador acérrimo de las incongruencias de la fe cristiana y de la censura en todas sus expresiones, Saramago se sintió discriminado.
Avergonzado de los gobernantes que había elegido Portugal, decidió, con Pilar del Río, resguardarse de la ira y la frustración en Lanzarote.
Na isla de muchos volcanesSaramago se sintió rápidamente lanzaroteño. El escritor se convirtió en admirador incondicional de César Manrique, a quien reconoció el amor con el que dejó los altos círculos artísticos del mundo y, en cambio, se dedicó a embellecer y humanizar la Lanzarote que le vio nacer.
La pasión de Saramago por Lanzarote y la admiración por el hijo de la isla César Manrique
Por lo general, los viajes en los que Saramago y Pilar guiaban a sus visitantes -Baptista Bastos, Eduardo Galeano, Susan Sontag, José Luis Sanpedro, entre otros- empezaban en Tahíche, donde se encontraba la fundación Manrique.
Incluso se dice que Saramago y Manrique habían concertado un encuentro por teléfono, para un rato después.
Esto fue impedido, el 25 de septiembre de 1992, por la trágica muerte de César Manrique, víctima de un accidente de tráfico en el mismo pueblo. Manrique pudo (o no) haber sido el compañero perfecto de Saramago.
Como lo fue, para la pareja, la naturaleza cruda y dura de Lanzarote, los excéntricos paisajes volcánicos por los que les encantaba caminar, que Saramago sintió como “un principio y un fin del mundo”.
La íntima relación con la naturaleza volcánica de Lanzarote
Entre el oeste de la isla y la capital Arrecife, pasamos varias veces, al final del día, por un neón enclavado entre palmeras que predicaba un inesperado “Kart.
Detrás de este neón, con su puntiagudo pico, se alzaba, a 600 metros de altitud, una de las montañas que más alabaron Saramago y Pilar. Saramago la vio, día tras día, desde su casa.
Ya tenía 70 años cuando conquistó la cima de su cono.
En una de sus entradas de blog de 2009, confesaba que “si tuviera las piernas de entonces, dejaría lo que estaba escribiendo en ese punto donde está para volver a subir y contemplar la isla, toda…”.
También escribió que nunca tuvo la intención de escalar la montaña vecina Tesa (504 m) pero que, cuando llegó a sus pies, no pudo resistir.
El Volcán del Cuervo fue otra obra maestra geológica de Lanzarote que a Saramago y Pilar del Río les encantó explorar.
Durante el paseo que hicimos para conocerlos, además de la reverencia de la pareja por el volcán, nos encontramos con el lugar donde Sebastião Salgado los fotografió.
Dentro del cráter colapsado, ambos caminando de la mano, haciendo un esfuerzo concertado contra un fuerte vendaval.
Las sucesivas obras creadas por Saramago en Lanzarote hasta su muerte en 2010
Saramago vivió durante diecisiete años en Casa de Tías y en Lanzarote.
En ese momento, escribió “El cuento de la isla desconocida,La caverna”, “Ensayo sobre la lucidez,El hombre duplicado” entre muchas otras obras.
El retiro en Lanzarote proporcionó a Saramago una conexión íntima con la naturaleza más sensorial que jamás había experimentado.
Y la claridad mental que lo llevó a crear”Ensayo sobre la ceguera”, una de sus obras más populares, aunque sólo sea por la adaptación cinematográfica que mereció.
"Ensayo sobre la cegueraevoluciona como una denuncia de una ceguera epidémica. Ceguera del simple no ver, pero también de la incapacidad de la especie humana para detectar, para asumir las incongruencias e injusticias que Saramago pretendía evidenciar, las mismas contradicciones que lo enredaron en la polémica.
Sobre todo su ateísmo empedernido y comunismo anticristiano.
Pero también su disculpa latente en “la balsa de piedra” que Portugal solo tendría que ganar si se uniera a España.
En octubre de 2009, durante una conversación con Tolentino de Mendonça, un teólogo católico, a diferencia de otros, abierto al diálogo y al disenso religioso, Saramago aprovechó para referir a los oyentes a la época más oscura y aniquiladora de la Iglesia católica: “Para mí, qué Lo que me importa, mi querido Tolentino, es que ya no hay hogueras en São Domingos.
Diecisiete años después de instalarse en Lanzarote, Saramago se mantuvo fiel a su autodeclarado exilio.
El 18 de junio de 2010, menos de un año después de la conversación con Tolentino de Mendonça, a los 87 años, José Saramago moría, junto a su mujer, en su casa de Tías, en la isla canaria y española de los volcanes, el magma y sus soporte solidificado.