Caminamos por la avenida arbolada que conduce a la entrada.
Uno de los muchos vendedores de artesanías mayas nos llama la atención. Pintó una cabeza de jaguar que ajustó a su regazo, contra una camiseta de Iron Maiden. La delicadeza con que retocaba los bigotes del moteado felino contrastaba con la aspereza de la banda.
Nos detenemos para seguir el trabajo. Le preguntamos si la va a pintar de amarillo o la va a dejar en blanco y negro y, conversación lleva a conversación, si se puso la camiseta por ponerla o si era fanático del conjunto inglés.
Carlos, como se llamaba el artesano, asegura que las adoraba. Iluminados, pero intrigados, volvimos al jaguar que, por una buena razón, aparecía en los puestos de casi todos los vendedores, en formas y tonos no muy diferentes.
Más que el animal en sí, las esculturas representaban a Ek Balam, uno de los idolatrados dioses mayas, un ícono religioso de incomparable valentía marcial, inspirador de toda una orden de soldados al servicio del emperador.
Ek Balam, una de las deidades que gobernaron el Xibalba, el inframundo maya, era sin embargo digno de un templo de superficie en Chichén Itzá.
Y, a sólo 56 km al noreste, a 175 km de Mérida capital yucateca, consagrada con toda una villa y lugar ceremonial de sus contemporáneos.
De Templo en Templo, detrás de los Enigmas de Chichén Itzá
El Templo del Jaguar es uno de los primeros con los que nos topamos nada más entrar en Chichén Itzá.
Mucho antes de acercarnos a él, nos da la impresión de que estamos rodeados de felinos. Oímos rugidos. Suenan demasiado agudos para ser reales.
Mientras caminamos, nos damos cuenta que, además de la infinidad de esculturas que producen, los mayas que comercian allí artesanía, inventó un juguete que, al soplarlo, imitaba a los jaguares.
Aburridos de su rutina, empeñados en despertar la curiosidad de los visitantes, repetían una y otra vez el rugido del animal.
Apuntamos al este y hacia el Templo de Kukulkán, situado en el corazón del complejo.

La Supremacía Divina de Kukulman – Quetzalcóatl
Kukulkán, la serpiente emplumada, era, para los mayas itzá, el único dios por encima del jaguar Ek Balam, el corazón del culto fuertemente influenciado por el de Quetzalcóatl, muy vigente entre los aztecas del centro de México.
Sirvieron como faros espirituales y mundanos para ambas civilizaciones y como unificadores contra las continuas amenazas de pueblos y ciudades rivales.
En Chichén Itzá, Kukulkam fue venerado sobre la base de la pirámide escalonada que más tarde los conquistadores españoles se acostumbraron a llamar El Castillo.
Cuando lo apreciamos, los sucesivos guías intentan demostrar a sus clientes una sólida conexión con Quetzalcóatl. “Escucha atentamente ahora”, les escuchamos suplicar. Siguen los aplausos. Los aplausos resuenan en las piedras de la pirámide.
Producen una especie de chillido que los guías aseguran es similar al canto del quetzal, el ave venerada por los pueblos. mexico y América Central, cuyas plumas creían los mayas que cubrían a la Serpiente Preciosa.
No fue el único efecto prodigioso que generó el Templo de Kukulkam. Quien, como nosotros, lo rodea, encuentra en su base las dos cabezas de la serpiente.
Descubre que los mayas diseñaron y construyeron la pirámide para que cada equinoccio del año hiciera descender al Kukulkán desde lo alto hasta el suelo.
Las dimensiones astronómicas de Chichén Itzá
Quienes tienen el privilegio de visitar Chichén Itzá en una de estas fechas, a la hora indicada, ven caer los rayos del sol por la tangente, que solo ilumina el borde de las gradas superiores. De tal manera que dibuja un cuerpo de serpiente casi perfecto.
Los mayas fueron serios eruditos y seguidores de la astronomía. Ordenaron los edificios de Chichén Itzá y varias de sus ciudades según una intrincada lógica astronómica.
El hecho de que el Templo de Kukulkán tenga 365 escalones y el observatorio del Espaço El Caracol les permita seguir la trayectoria de Venus en el cielo, les habrá ayudado a calcular la forma en que el sol caía sobre la pirámide.
A mediados de noviembre, habíamos pasado el equinoccio de otoño. Estábamos lejos de la primavera. Nos conformamos, pues, con imaginar el fenómeno y su considerada excentricidad. Única y únicamente, desde la base del templo.
Hasta 2006, los visitantes podían ascender a la cima de El Castillo, donde podían obtener vistas de 360º del complejo y la selva circundante.
La recompensa ha sido suspendida ad eternum cuando un visitante californiano de 80 años colapsó, cayó desde una altura de veinte metros y finalmente sucumbió.
Los rituales sanguinarios que imponían la supremacía maya
La fe en la precisión histórica de “Apocalypto”, película realizada ese mismo año por Mel Gibson, los escalones de la pirámide ya habían sufrido los impactos de otras innumerables víctimas.
En una escena del largometraje, ambientada en lo alto del templo, el sumo sacerdote de Kukulkán desgarra los corazones de los prisioneros de guerra.
Luego les corta la cabeza, las arroja por las escaleras, sobre un pueblo maya sediento de sangre que la crudeza de la ceremonia lleva al éxtasis.
Estas y muchas otras cabezas cercenadas, producto de batallas e incursiones en territorios de pueblos enemigos, terminaron empaladas unas sobre otras, en altos postes.
A unas decenas de metros del Templo de Kukulkán nos encontramos con una plataforma decorada con grabados de calaveras.
Llamado Tzompantli, servía de memorial a los sacrificados, intimidando a la población, que, al mismo tiempo, hacía gala del poder y las hazañas del supremo emperador de los mayas.
Chichén Itzá: la enigmática y difusa historia de la gran capital maya
Chichén Itzá fue fundada entre los años 750 y 900 d.C. a finales del siglo X, beneficiada por el declive de otras ciudades del sur de Yucatán, en especial de los aliados. Cobá y Yaxuna y, desde hace algún tiempo, un aliado a la capital del occidente de Yucatán, Uxmal, ya controlaba la mayor parte de la península, desde el Golfo de México hasta los dominios orientales de Zamá, el Tulum de nuestros días.
El criterio sirve para lo que sirve, pero aún así contaba con el campo de Juego de Pelota más grande de todo el mapa Maia y Azteca de las Américas, con 168 por 70 metros.
Este Juego de Pelota sigue siendo un amplio espacio entre paredes, en parte de césped, en otra parte, de una tierra clara batida por las pisadas de los millones de visitantes anuales.
Cuando entramos, nos encontramos con unas decenas, tal vez veinte, en fila, absortos en las explicaciones que les daría un guía, bajo uno de los aros donde los jugadores mayas debían golpear con una pelota de caucho, con vigorosos movimientos de cadera.
Se cree que doscientos años después de su apogeo, alrededor del año 1100 d. C., Chichén Itzá entró en su propio declive. Favoreció así el surgimiento de otra capital al occidente, Mayapán.

La controversia maya-tolteca detrás del origen y la historia de Chichén Itzá
Se estima que la ciudad habrá sido atacada y superpoblada. Algunos teóricos sostienen que para los toltecas del centro de México con quienes los mayas habían comerciado durante mucho tiempo.
Otros son apologistas de que los toltecas se habían integrado entre los mayas, que estos estaban, de hecho, compuestos por miembros de las dos etnias.
Esto explica la similitud arquitectónica de algunos de los edificios de Chichén Itzá, especialmente el Templo de los Guerreros, con otros que se encuentran en Tula, una vez la capital de los toltecas.
A principios del siglo XIII, Mayapán derrotó a Chichén Itzá.
Décadas más tarde, la antigua capital fue abandonada por sus gobernantes y la élite que los apoyaba, no necesariamente por toda la población.
Volvemos a avanzar en el tiempo. Dos siglos más.
Dos generaciones de Francisco Montejos y la conquista española de Yucatán
En 1526, Cristóbal Colón ya había revelado América. Una sucesión de otros navegantes y conquistadores zarpó del sur de Iberia con la intención de hacer fortuna y reclamar nuevas tierras para la Corona española.
A dos generaciones de Montejos, ambos Franciscos, se les permitió conquistar la península de Yucatán. A mediados del siglo XVI, después de varios reveses, Francisco Montejo Filho logró atraer a los mayas del suroeste de Yucatán para que se aliaran con sus fuerzas invasoras.
El ejército que formó resultó abrumador. Sometió a los enemigos mayas que se resistían.
Los conquistadores españoles tomaron posesión de Yucatán, desde la costa del Caribe hasta el territorio opuesto de Campeche. No tardará mucho, de todo el México actual, Centro y Sudamérica.
Chichén Itzá desapareció en el Historia. Hasta que los nuevos exploradores y estudiosos del siglo XIX la rescataron de la selva yucateca.
A pesar de la larga imposición y devastación hispana, los mayas subsisten en los dominios antes gobernados por sus ciudades-estado.
La relación maya contemporánea con el Chichén Itzá de hoy
Regresaron a Chichén Itzá. Ver las ruinas ahora Maravilla del mundo como uno Patrimonio de la Humanidad y legado divino, una especie de sustento sagrado.
En el extremo noreste del complejo, entre el Templo de los Guerreros y el mercado, continúan los rugidos de los jaguares de Balam. Otra maravilla maya llama nuestra atención.
Basilio poco o nada se deja inquietar. Reflexivo, tranquilo, el artesano de mediana edad retoca su más reciente pintura esculpida, representando el Juego de Pelota Maya en diferentes perspectivas y momentos.
Nos acercamos. Apreciamos el trabajo minucioso que hizo y lo que ya había terminado y estaba ansioso por vender. Basilio entiende. Acepta que, aunque ese fuera nuestro deseo, no podríamos pagarle los casi 200 euros que pedía por uno de los ejemplares.
Se resigna a una serenidad y dignidad sólo al alcance de los pueblos más sabios.
Allí, con una sonrisa en los labios, comprueba cómo, aun obligados a compartir sus tierras y monumentos, los mayas siguen alabando su civilización.