
En 1870, un conde nacido en Grenoble en camino al exilio brasileño, hizo escala en Cabo Verde donde las bellezas nativas lo ataron a la isla de Fogo. Dos de sus hijos se asentaron en medio del cráter del volcán y continuaron criando descendientes allí. Ni siquiera la destrucción causada por las recientes erupciones disuade al prolífico Montrond del “condado” que fundaron en Chã das Caldeiras.