Eutimio fue un asceta ruso del siglo XIV que se entregó en cuerpo y alma a Dios. Su fe inspiró la religiosidad de Suzdal. Los creyentes de la ciudad lo adoran como el santo en el que se ha convertido.
Alrededor de la capital Mérida, por cada hacienda henequenera colonial, hay al menos un cenote. A menudo coexisten y, como ha sucedido con la semi-recuperada Hacienda Mucuyché, a dúo, forman algunos de los lugares más sublimes del Sureste mexicano.