En Pentecostés, al final de la adolescencia, los jóvenes se lanzan desde una torre con solo lianas atadas a los tobillos. Las cuerdas elásticas y arneses son inapropiados a una verdadera e valiente iniciación a la edad adulta.
Alrededor de la capital Mérida, por cada hacienda henequenera colonial, hay al menos un cenote. A menudo coexisten y, como ha sucedido con la semi-recuperada Hacienda Mucuyché, a dúo, forman algunos de los lugares más sublimes del Sureste mexicano.