En Gizo, el daño causado por el último tsunami que azotó las Islas Salomón aún es bastante visible. En la costa de Saeraghi, la felicidad del baño de los niños contrasta con su herencia de desolación.
Alrededor de la capital Mérida, por cada hacienda henequenera colonial, hay al menos un cenote. A menudo coexisten y, como ha sucedido con la semi-recuperada Hacienda Mucuyché, a dúo, forman algunos de los lugares más sublimes del Sureste mexicano.